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  • Foto del escritorLuis Alejandro Rodríguez Castillo

Los milagros existen

Muchos esperamos por milagros, y es verdad que a veces los necesitamos, pero hay tantas virtudes dentro de nosotros mismos, que ellas combinadas... pueden actuar como uno.


Todas esas virtudes están encerradas en un cofre, y de ese cofre tenemos la llave.

También tenemos muchos defectos, que pueden hacer mucho daño, no solo a los demás; sino a nosotros mismos. Estos defectos también están encerrados en un cofre, al cual le sirve la misma llave con la que abrimos el cofre de las virtudes.


Cada día podemos elegir cuál cofre abrir: si queremos que salga la justicia, el respeto, la honestidad, la alegría, la responsabilidad… abriremos el cofre de las virtudes; si preferimos la mentira, la envidia, el pesimismo, la apatía, la indiferencia o cualquier otro defecto, abriremos entonces el cofre que los contiene a ellos.


Esa llave común para los dos cofres es el libre albedrío, y por ser libre no depende de nadie más, solo de nosotros. Somos libres para hacer el bien o el mal, pero esa libertad no está desligada de las responsabilidades y consecuencias que ella conlleva.


Cuando imperan los defectos y reina la maldad, sin que nadie tenga la responsabilidad o pague las consecuencias de esos actos, es porque existe un entorno totalmente indiferente que permite la impunidad.


No somos inmunes a la maldad. Puede que algo no nos afecte de inmediato porque estamos “lejos” y nos mostramos apáticos, pero basta revisar la historia para ver que al final seremos víctimas de lo que no quisimos ocuparnos.


Como una piedra lanzada a un estanque, las ondas inicialmente pequeñas, si no encuentran algo que las detenga, se irán desplazando hasta cubrirlo todo.

Si queremos un mundo más feliz, con mayor bienestar y prosperidad, la ayuda de Dios es necesaria y bienvenida, pero nosotros podríamos comenzar a adelantarle el trabajo.

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