La ciencia, la fe, y ahora el poder, se ven enfrentados después de que 305 millones de usuarios recibieron un tweet, cuyo autor se identificaba como Dios. En su mensaje, que fue recibido también por reyes, gobernantes, líderes  y autoridades religiosas, les solicitaba a todos dejar de mentir, dando para esto un plazo de 48 horas. ¿Qué iba a ocurrir después de este tiempo? nadie tenía una respuesta, y la cuenta regresiva continuaba.

Las evidencias que iban apareciendo, sugerían pero no confirmaban quién era el autor del tweet, esto mantenían perplejos y sin una explicación a los expertos en tecnología, a los religiosos, y a los centros de poder. Las miradas del mundo se centraron en el Vaticano. La voz del Papa era la más esperada por millones de personas.

A pocas horas de vencerse el plazo, la Iglesia se preparaba para emitir un comunicado, pero ya desde una isla del Caribe, un comandante había creado y puesto en práctica un plan con unos objetivos muy diferentes… Nadie pudo imaginar hasta dónde fue capaz de llegar, y mucho menos todas las consecuencias que se originaron de sus acciones.